May 7, 2008

In Fraganti



Siempre quisieron hacer el amor en la playa, con el sonido de las olas como música, bajo la luz de la luna y las estrellas… y la presencia probable de un testigo lejano que pudiera disfrutar desde su lugar, la escena que allí se representaba. Les parecía romantiquísimo pero no resultó así.
Estaban de vacaciones en la isla y el padre de ella les dio permiso para salir. Por razones que no vienen al caso tenían casi un mes sin sentirse, ella sin darle cabida en su cuerpo, él sin ocupar sus espacios… y eso es mucho para la juventud. Se les presentó el momento y con un “vámonos a la playa” comenzaron a sentir en sus cuerpos el deseo, que crecía a medida que sus pasos se acercaban a la orilla…

- Estás seguro?
- Claro, ahorita no hay nadie allá, y si hay, son parejas como nosotros.
- Cómo vamos a hacer?
- Bueno, vamos a ver. Aquí tengo la toalla.
(Beso nervioso, corto)
- Dónde? En esas palmeras?
- No, ahí estamos muy cerca del restaurante. Vámonos más allá.
(Silencio mientras él escogía el lugar con su mirada). (Besos ya más profundos que bajaban hasta su cuello. Tres pasos más).

La arrinconó contra una palmera y subió su franela corta para besar sus senos turgentes. Entonces a través de ellos toda ella sentía su lengua y cómo quería saborearla entera a través de sus pezones duros de tanto placer. Ella sentía una corriente que se apoderaba de su cuerpo, mojándola toda de ansiedad. Era como si la saliva de él viajara desde sus senos hasta su sexo y su cuerpo pedía a gritos su presencia en él.

- Más, más. -Pedía su voz.

Ella lamía sus orejas y acariciaba su pelo. Su minifalda era propicia para que las manos de él quisieran agarrar sus nalgas. Sentía también la firmeza en su pierna. Entonces su mano quiso acariciarlo a través del short y luego meterse dentro del short.

- No aguanto más. Aquí.
- No. - Le dijo él.

Entonces la guió aún unos cuantos pasos más.

- Quítate las pantaletas (mientras tendía rápidamente la toalla en la arena).

Ella calladita y diligente lo hizo y se acostó boca arriba mientras él se arrodillaba, se bajó el short a media pierna, dio un último vistazo a su alrededor chequeando alguna presencia humana y sin más obstáculos que el propio cielo, con movimientos expertos entró en ella, quien olvidada por completo de cualquier testigo, inmediatamte comenzó a tener el primer orgasmo de los que pudieron venir, mientras agarraba con fuerza sus nalgas y caía en un estado de semiinconsciencia que la hacía cerrar los ojos para disfrutarlo mucho más.

De repente cuando abre los ojos ve las piernas de un hombre parado a unos 20 centímetros de su cabeza. Si, podía tocarlo si hubiera querido. Y le dijo a su novio:

- Hay alguien aquí.

El estaba tan concentrado en lo que hacía que no la escuchó a la primera.

- Hay un hombre.- Aseguró.

Él salió de su estado sexual a otro de arrechera, se incorporó inmediatamente y dejó salir su furia contra este hombre joven – aunque mayor que ellos – que nunca supieron cuánto tiempo tenía allí. Ella era presa del pánico, ya que el tipo decía que iba a montarlos en la unidad, cual policía, aunque no tenía pinta para nada, pero ella nada más de pensar que su papá iba a enterarse, no quería ni imaginárselo. Tener que llamarlo de la policía para decirle que estaba detenida por hacer el amor en público, no gracias. Entonces se volvió sumisa, casi transparente y trató en lo posible de calmar a su novio, quien largó una sarta de improperios contra este tipo. Hoy no saben cómo finalmente dejó que se fueran... La velada terminó en un coito interruptus que les dejó una desazón extraña y además a su novio, unas ganas de entrarle a coñazos al interruptor sexual, disque policía, que nunca sació.

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