May 11, 2008

Al final de tu entierro

Me entraron unas ganas inmensas de aplaudir cuando terminó tu entierro. Pero pensé que era una locura, y no lo hice. De inmediato escuché a una de mis hermanas comentar “tengo ganas de aplaudir”. Me supongo que ella tendría ese mismo sentimiento, el de haber presenciado el final de un obra maestra, el final de una sinfonía majestuosa, la que hiciste de tu vida. Allí estábamos tus músicos principales, despidiéndonos de ti, el gran director, que resolvía los compases tristes con interpretaciones alegres, los alegres con grandes celebraciones llenas de carcajadas, y los compases sombríos con un extraordinario sentido de la adaptación y buen humor.

Cuidarte al final de tu enfermedad fue duro. A mi segunda visita después de tu operación, ya eras un fantasma que vivía fuera de la realidad. Con mucho esfuerzo te incorporabas en el presente y luego te devolvías a visitar tus recuerdos infantiles y tus seres queridos que desde hacia tiempo ya no existían.

Entendías que se te acababa el tiempo y por eso no dormías. Caminabas constantemente hacia lugares que ya no existían, te preocupabas por dejar problemas sin solución, querías seguir aportando tus grandes ideas a grandes planes, aspirabas estar enterado de las noticias, buscabas gozar de tus lecturas. Como buen enamorado de la vida querías aprovechar hasta el último momento para disfrutarla.

A mi regreso me traje algunas de tus cosas para recordarte. Pero mi sentimiento hacia ellas es apenas una memoria que me hace sonreír. Aprendí entonces que no las necesito porque llevo en mí un gran pedazo tuyo que siempre me acompaña, que me ayuda a tomar decisiones, que le da perspectiva a la vida, que le echa sal o azúcar, que me mantiene fuerte y certero, y que recuerda muchos de tus cuentos, ejemplos y palabras. Entonces decidí aplaudir y aún lo hago.

1 comment:

La Negra said...

No puedo dejar de comentar en tu escrito. Te quiero tanto! Me tocó profundamente... porque sé la familia que tienes y porque vivo día a día tu solidez como persona. Por eso te admiro. Por eso te consulto mi vida entera, sin reservas... Le doy gracias a la vida por tenerte.