Siempre he querido escribirle a dos grandes de mis ídolos: Rubén
Blades y Shakira. Nunca lo he hecho. Creo que el ritmo de la vida nos quita
mucho de lo que queremos hacer o quizás nosotros sencillamente dejamos que él
nos gane la batalla. No puede ser y no debe ser. Hoy le escribo a usted, otro
de mis ídolos, un ídolo que ha vivido y envejecido y que lamentablemente hoy
sufre de demencia vascular.
Mi única historia cercana con usted fue cuando yo era Coordinadora
de Atención al Huesped VIP en el Hilton de Barquisimeto. Entre mis funciones
estaba la de redactar las cartas de bienvenida para ustedes, las cuales eran
firmadas luego de ser aprobadas por el Gerente General, el Sr. Concari. Debo
darle crédito a él, quien me enseñó mucho de cómo escribir sólo lo necesario. A
mí que me encanta escribir y escribir, allí aprendí a ser directa, a ir al
grano. Aún así, usted no se comió el cuento y cuando se estaba yendo del hotel
le preguntó a Yalexie, una gran amiga y compañera de trabajo, quién era la
persona encargada de escribir las cartas de bienvenida. Ella dijo la verdad y
usted me mandó a buscar sólo para darme unas sinceras gracias por mis bellas
palabras. Más sabe diablo por viejo que por diablo.
Hoy leí un artículo precioso llamado “PERFIL: La cronista de Tío
Simón.” Lo compartí en FB e identifiqué allí a un gentío, a todos aquellos
amigos que pienso podrían sentirlo en su total plenitud. Luego, empecé una
tertulia pública con Mechita, una de mis amigas facebookianas. Una tertulia que
me hizo rapidito ir por una cerveza en mi nevera porque eran muchas las cosas
que sentía y porque, porqué no decirlo! Quería brindar por usted. Aquí, tomándome
la segunda, me animo a escribirle, Simón, aún cuando no sé si alguno de sus
hijos le lea esta carta, y si así sucediera, tampoco sé cuál es realmente su
estado para saber si podría recibir mi amor a través de estas líneas.
El artículo decía que la canción que más lo define es “Todo ese
campo es mío.” La busqué en Youtube y de repente me entraron unas ganas de visitarlo, de abrazarlo, de estar cerca de usted. Se me salieron las lágrimas. Aún cuando
soy media pedida para llorar, creo que a cualquiera le tiemblan las piernas si
se pone realmente a oír esa canción y pensar en usted. A mí siempre me ha
gustado “Mercedes” y creo que es porque a mi hijo Simón (qué le parece que se llama como usted? Lindas casualidades de la vida!) siempre le encantó
desde que era chiquitico. Por supuesto, como soy una principiante de por vida
tocando el cuatro, una de las canciones que toco y canto con mucho orgullo es “La Vaca
Mariposa” pero realmente la que más me gusta de todas es “Mi querencia.”
Hoy lo siento a usted más que nunca, porque resulta que dejé
Venezuela hace casi 8 años y cómo la extraño! Aún cuando estoy consciente de lo
mal que estamos y quizás por eso la extraño más, por eso sigo pegada a sus
noticias, a las injusticias que la aquejan. Esto de ser inmigrante no es nada fácil!
Uno vive con el alma en su tierra. En nuestra tertulia, Mechita extrajo un
pedacito del escrito de hoy de mi amado Laureano: “Simón cumple 85 años en
medio del afecto de su pueblo, más allá de todas las divisiones que la
intolerancia impone. Es uno de esos raros consensos que los venezolanos tenemos
en estos tiempos. Para decirlo llaneramente, Simón es como el mastranto que
perfuma nuestra historia, es de las cosas bonitas que nos han pasado en el
devenir del tiempo y cuya sola existencia nos hace mejores.” Qué cosa más
cierta! Y es que necesitamos tantos hombres como usted, de esos a los que no se
les puede sacar un trapo sucio, de esos que son ejemplo de principio a fin. Por
eso, además de la nostalgia, estoy aquí a punto de empezar la tercera, porque
la cerveza me sabe a Venezuela, más aún si tiene colita. También porque usted
es Venezuela pura, esa que no podemos olvidar y esa que todos deseamos que
vuelva.
Hay otros personajes conocidos que también adoro y que están
exiliados como yo; entre esos está una pareja preciosa formada por mi negro Frank e Indira Páez. Me
los encontré hace unos años en el aeropuerto de Miami esperando abordar un
vuelo a Venezuela. Yo siempre he adorado a Frank, desde antes de mis 13 pero a esa edad me estrené como conciertera empedernida en uno de sus conciertos en el Anfiteatro Oscar Martínez. De
Indira me enamoré desde el primer escrito. Esa mujer es intensa hasta la pared
de enfrente. Por eso me animé a declararles mi amor ese día en el aeropuerto.
Les dije todo lo que significaban para mí y ella me regaló un abrazo divino.
Tengo a todos revueltos en el alma hoy; las lecciones del Sr.
Concari no hicieron mucho efecto; no hoy. Es la cerveza con hielo porque no tenía más
en la nevera, es el exilio, es usted y sus 85. Dios lo cuide, Simón. Gracias
por estos 85 años de amor a Venezuela!
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