August 19, 2008

Oigo a una madre


Estoy en una sala de espera y mientras busco en el bolso mi cuaderno, mi atención se fija en la pareja madre-hija que está aquí diagonal a mí. La enfermera llama a la madre para hacerle unas preguntas: “Kathy?” Ella deja de hacer lo que estaba haciendo, se para, las responde y rápidamente vuelve a su silla. Kathy como si nada hubiera pasado, continúa leyéndole un cuento en voz alta a su hija, con unas inflexiones de voz y una naturalidad que podrían posicionarla inmediatamente como lectora oficial en un colegio o una biblioteca. Su hija - de unos 6 años - hace acrobacias en la silla, aunque en su mente sigue la historia que cuenta Kathy. Estamos todos cautivados en silencio. Sólo una embarazada avanzada duerme en una silla hacia un rincón de la sala y yo, escribo narrando lo que sucede.

Esa sola escena me reconforta. Pienso y escribo: "Qué rico es ser madre!" Y lo digo también por aquellos hombres que lo son, los que son más madres que padres porque las circunstancias lo hicieron así o porque su naturaleza los dictó. Lo llevamos en las entrañas, en el alma la gran mayoría de las mujeres y con ese entrenamiento nos graduamos como expertas amantes hacia nuestros hijos, mimando, cuidando, educando, bañando, dando de comer, jugando con ellos... Mientras más les damos, más los queremos. Ellos no lo notan, o sí lo notan pero no lo aquilatan. Sólo lo sabrán realmente cuando tengan sus hijos y se entrenen por el resto de sus vidas en el arduo, gratificante y comprometido rol de ser madres.

1 comment:

Anonymous said...

QUE LINDO IBA LEYENDO Y VI TODA LA ESCENA, DEFINITIVAMENTE ME ENCANTA ESTE POST PORQUE PUEDO LEERTE CUANDO QUIERA :)