
Había un Tropi Burguer en la esquina de mi casa, por lo que era paso obligado para mí casi todos los días. Uno de esos días, me encontré a un niño de unos 8 años pidiendo dinero a sus puertas. Me negué a hacerlo proponiéndole otra oferta: comprarle una hamburguesa. El me dijo que no quería porque acababa de desayunar así que le prometí venir a la 1:00 p.m. cuando él tuviera hambre para comprársela de almuerzo. Él creyó en mí. Su corta y dura vida lo había entrenado a saber cuándo alguien decía la verdad.
Me fui a mi casa a hacer cuarenta mil cosas y a las 6:00 p.m., nada más y nada menos, me dió un vuelco el corazón cuando me acuerdo del niño que debió haberme esperado a la 1:00 p.m. Cómo ni siquiera me acordé de él cuando yo estaba comiendo? Aún cuando habían pasado 5 horas, salí corriendo a ver si lo encontraba. Por supuesto, no había rastro de él. Cómo es posible que se me olvidara? Qué pensó él mientras me esperaba? Alguna vez volvió a creer en alguien como yo? Consiguió otra persona que le brindara el almuerzo? Lo busqué afuera, lo busqué adentro. Lo busqué otros días a ver si frecuentaba el lugar. Nunca más lo vi. Su carita quedó por mucho tiempo en mi memoria y mi olvido pesándome en el alma. Hoy, unos 20 años después su carita se ha desdibujado en mí, y mi olvido aunque pesa menos, sigue allí, presente.